Mis Pensamientos

Si la mente tuviera voz, me imagino todo lo que se podría decir. Pero que bueno que nuestra mente es muda.



jueves, 9 de mayo de 2013

Un corazón de periodista

Estoy acostumbrada a leer cientos de notas, artículos, escritos donde la noticia es la historia principal de la información periodística y el periodista se convierte en el medio o el nexo entre ella y el público lector. Sin embargo, cuando la noticia o la primicia tiene como su actor pincipal al periodista, la historia cambia de rumbo; más cuando esta nos deja una lección o enseñanza a nuestro alrededor.
El Siguiente artículo se publicó un 25 de mayo de 1999 en el Diario El Peruano, en la sección de opinión/tribuna Libre. El párroco Juan Serpa Meneses se encargó de  interpretar la nota del periodista Luis Vargas Sifuentes, quien días antes había escrito la historia titulada "Corazón de niño". El padre conmovido con esta narración, decidió contarla nuevamente pero esta vez a su estilo y con una pequeña variación, donde el periodista era el protagonista.
A continuación, les dejó el artículo del padre Serpa.


El periodista pertenece a ese grupo de personas, que se dedican a presentar, de dviersos modos, la verdad adquirida, para ser conocida y, a su vez, aceptada como medio de cultura y de formación humana. Es esa profunda convicción la que me impele a leer las noticias que periódicos serios nos traen todoss los días. Es así que hojeando el Diario Oficial El Peruano encuentro una hermoza historia intitulada "Corazón de niño", y al costado del artículo la imagen del rostro de un niño abierto al mundo y junto a él dos manos que, en actitud protectora, recogen los pasos de otro niño que porta una bolsa de alimentos. La nota es de Luis Vargas Sifuentes.

El articulista en mención, con bien cortada pluma, narra la experiencia de Pedro, niño de nueve años de edad y estudiante de uno de los colegios del populoso barrio de Monserrat, quien ingresa cabizbajo y hambriento, en un restaurante ubicado en la primera cuadra del jirón Callao, donde el periodista saboreada, como menú del día, un plato de lomo saltado y una gaseosa. El infante le extiende la mamno para pedirle unos centavos; el comensal no se los da.

El pequeño recorre mesa tras mesa con la mano extendida, y al verque nadie le alcanza lo que pide en un último gesto de perseverancia en su actitud, llega hasta la cocina; pero tampoco ahí logro su deseo. Con el rostro compungido, Pedro se dirige a la salida del restaurante. Sólo Dios, sabe todo lo que habrá sentido y pensando en ese momento esta pobre criatura, una de tantas que sufren hambre.

De pronto, el periodista se conmueve, llama a Pedro y le pregunta si ya ha almorzado. "No, señor", responde el niño. En esos momentos nuestro buen hombrede prensa busca en sus bolsillos, encnuentra algunas monedas y se anima a decirle a Pedro: !Siéntate, acompáñame a almozar! Y con voz conmovida le pide al mozo otro plato de lomo saltado; mientras que, simultáneamente, comparte su gaseosa con el niño. Charlan de muchas cosas, entre ellas. Pedro le refiere que almueza gratis, después de salir de su colegio, en el comedor de la Parroquia Nuestra Señora de Montserrat, pero que ese día llegé tarde y por ello pedía para conseguir unas monedas que le permitieran costear su comida.

Palabras, gestos, miradas, sentimientos van y vienen, y mientras todo esto sucede el buen periodista observa que su eventual invitado come sólo las cebollitas, los tomatitos y algunos granos de arroz mientras que separa con delicadeza la carne y las papas. Nuestro articulista, un tanto confudido, le pregunta si no le agradan las carnes y las papas. Pedro contesta que le gustan mucho, pero que las reserva para llevárselas a su hermanita, un año menor que él, quien se encuentra solita en su casa, cerca de allí. Relata que son huérfanos de madre, y su padre, bebedor consuetudinario, es un carpintero eventual, y lo poco que gana lo gasta en licor. El periodista le da vuelta a sus bolsillos y, lamentablemente, no hay más dinero para poder comprar otro plato de lomo saltado para la hermanita de Pedro; sin embargo, con gesto bien criollo palmea, llama al mozo y le dice: ¡Mozo, otro lomito saltado, bien despechado, bien envuelto para llevar!

El rostro del niño se ilumina con nobles sentimientos de gratitud y para los que leímos la nota que comentamos, también hemos visto, junto a esa mirada angelical de Pedrito, un corazón grande en un gran periodista que sabe compartir el fruto de su trabajo, los pocos soles que lleva, y no sólo eso, sino que el hecho de que no tenga más dinero en el bolsillo no es óbice que limite la grandeza de su corazón, y por ello se acerca donde la propietaria del restaurante, para decirle que le anote en la lista de los deudores.

Gracias a que existen en la tierra hombres generosos como este buen profesional, es posible hacerles la vida menos dura, menos cruel, menos difícil a tantas criaturas que ni siquiera saben por qué sufren tanto. Usted, señor, señora, señorita, niño o niña que lee esta nota, haga otro tanto y yo le aseguro que comprobará en su vida que se siente mayor felicidad al dar que recibir.
 
 
Juan Serpa Meneses fue Párroco de Nuestra Señora de Monserrat, Colaborador constante de los principales diarios de Lima, donde publicaba artículos de alto contenido moral, falleció el 21 de diciembre del 2008

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